En una construcción convencional, las corrientes de aire que se pueden dar a través de ventanas, huecos o grietas provocan incomodidad en el usuario y hasta condensaciones interiores, particularmente durante los períodos más fríos del año.
En un edificio Passivhaus, se cuida al máximo la estanqueidad al aire, se sellan todas las uniones entre los diferentes materiales de la vivienda. De este modo, se minimizan las infiltraciones de aire indeseadas y las corrientes de aire. Así, se reducen significativamente las pérdidas energéticas, pudiendo controlar la temperatura del interior de la casa con una mínima intervención de los sistemas de climatización.
La hermeticidad o estanqueidad del edificio se mide con una prueba de presión, denominada Blower Door, que consiste en crear una diferencia de presión entre interior y exterior a través de un ventilador colocado en la puerta principal. Para cumplir el estándar, el resultado debe ser inferior a 0.6 renovaciones de aire por hora en un diferencial de presión de 50 Pa.